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Trabajo Práctico 8 “Las categorías temporales y la construcción de la temporalidad”

Trabajo Práctico 8 “Las categorías temporales y la construcción de la temporalidad”

Actividades de comprensión lectora

1.      ¿Qué es la Historia?

2.      Explique el objeto

3.      ¿En qué consiste el método de estudio de la Historia? Explica sus fases

4.      La Historia es una Ciencia Social, ¿entendiste por qué? Intenta explicarlo. 

5.      ¿Qué es una fuente? Describa qué tipos de fuentes utiliza el historiador. 

6.      ¿Puede existir más de una “historia” sobre un mismo hecho histórico? Sí/No. ¿Por qué?  

7.      ¿Qué es la Cronología? ¿Para qué sirve? Es fundamental ubicar los sucesos del pasado a estudiar en el espacio y en el tiempo. ¿Por qué? 

8.      ¿Cómo se organiza la historia de la humanidad?  

9.      ¿Qué es y para qué sirve la Arqueología? 

 

10.  Ubica las edades históricas en la línea de tiempo

Información para realizar las actividades

¿Qué es la Historia? 

 

La Historia como disciplina científica corresponde a las Ciencias Sociales. Éstas se caracterizan por tener como elemento central de estudio a las sociedades humanas. Cada una de las disciplinas sociales desarrolla un método específico de investigación y hace hincapié en algún aspecto particular que le interesa conocer (objeto). En este conjunto de ciencias podemos encontrar a la Geografía; la Antropología; la Arqueología y la Sociología como algunas de las ciencias que acompañan y complementan a la Historia en tanto estudio del pasado de la humanidad.  

Utilizamos la palabra historia para definir el período histórico que se inicia con la aparición de la escritura, cuando el hombre pudo poner por primera vez sus ideas e impresiones por escrito. Esto ocurrió en Sumer, antigua región de la baja Mesopotamia (cerca del Golfo Pérsico, en Asia Occidental), en el 3.000 a.C. aproximadamente. 

La Historia sirve para muchas cosas. En primer lugar, para conocer el pasado, para saber de dónde venimos. Esto es lo que nos va a permitir saber adónde vamos. En segundo lugar, nos ayuda a entender lo que nos está pasando ahora, porque el presente es el resultado de nuestro pasado. En tercer lugar, nos sirve para no volver a cometer los mismos errores que se cometieron en el pasado y para recordar las situaciones buenas y malas que fueron formando la cultura, la forma de ser, la historia de nuestro país. Ese pasado no ha muerto; permanece presente en el mundo que nos rodea; nos pertenece a todos y, por lo tanto, tenemos todo el derecho de conocerlo.  

Entender los cambios que se produjeron en los diferentes aspectos de las sociedades humanas a través del tiempo, nos ayuda a comprender mejor la época en la que vivimos.

El método histórico

Este método es propio de la investigación histórica y con él se pretende, a partir del estudio y análisis de hechos históricos, encontrar patrones que puedan dar explicación o servir para predecir hechos actuales (pero nunca a corto plazo).

Fases del método histórico

Podemos establecer 3 fases:

·         Identificación de fuentes: una vez escogida la temática debes empezar a buscar y establecer las fuentes en las que basarás tu estudio, éstas pueden ser primarias (datos de primera mano, ya sean de la época o del personaje en concreto que deseas estudiar) o secundarias (provienen de segundas personas que ya se han encargado de estudiar o procesar la temática).

·         Evaluación de las fuentes: en este paso es dónde se contrasta la veracidad y utilidad de las fuentes obtenidas.

·         Síntesis y planteamiento de los argumentos: en esta fase se establece ya una hipótesis a partir de la valoración de la información obtenida a partir de las fuentes. El razonamiento histórico. Este paso, a diferencia de los anteriores, es completamente subjetivo y se sustenta por completo en el criterio del investigador.

 

El objeto de estudio de la Historia son los procesos que permiten interpretar y conocer las transformaciones sociales, sus causas y consecuencias para las sociedades humanas. Los eventos o hechos históricos estudiados de manera aislada nos dan una versión segmentada de lo que aconteció en el pasado.  

 

Quienes escriben la historia son los historiadores, basándose en diferentes elementos que llamamos fuentes. Hay varios tipos y distintas clasificaciones, pero a nivel general se considera como una fuente histórica a todos los documentos, objetos e incluso testimonios que transmitan información significativa sobre hechos ocurridos en el pasado. Hay fuentes escritas, como documentos, cartas, libros; fuentes orales, como las historias y relatos que se fueron transmitiendo de generación en generación; fuentes arqueológicas, como monumentos, objetos antiguos y restos materiales que nos pueden dar datos muy valiosos sobre civilizaciones antiguas. Los documentos históricos forman una fuente importante de información ya que describen las acciones del hombre en el pasado.  

También podemos hacer otra distinción entre las fuentes, identificando fuentes primarias y secundarias. Las primeras son las que se elaboraron prácticamente al mismo tiempo que los acontecimientos que estamos estudiando, son originales y llegan a nosotros sin haber sufrido transformaciones; las secundarias se refieren a las elaboradas a partir de las fuentes primarias, como libros o artículos en revistas. 

El registro histórico hace declaraciones, ofrece opiniones y emite juicios (aunque estas declaraciones y juicios deben ser interpretados). A partir del estudio y la comparación de las distintas fuentes y del trabajo de investigadores anteriores, los historiadores van armando el relato histórico. A veces, es posible encontrar versiones distintas sobre un mismo hecho histórico. Esto tiene que ver con que cada historiador puede darles una interpretación distinta a los hechos de la historia. Esto, lejos de hacerla dudosa, la enriquece porque nos ayuda a pensar de diferentes formas sobre un mismo acontecimiento.  

 

Es importante destacar que sin fuentes no es posible hacer historia. El trabajo sobre las fuentes históricas es el que da carácter científico a la Historia: el historiador debe demostrar sus afirmaciones apoyándose en esos documentos.

 

¿Cómo ordenamos el pasado?  Categorías convencionales para medir el tiempo 

 

En esta disciplina necesitamos ubicar los eventos y procesos históricos en el tiempo y en el espacio para poder interpretar cómo y por qué ocurrieron. Para llevar adelante esta tarea, los sucesos del pasado se ordenan de acuerdo a una cronología. Como pasa con la Historia, la Cronología también hace referencia a una ciencia (que tiene por objeto determinar el orden y la fecha de sucesos históricos) y, al mismo tiempo, puede ser un conjunto de hechos históricos ordenados de acuerdo con las fechas en que sucedieron y un sistema de medir el tiempo y determinar las fechas. Para hacer una cronología es necesario que podamos identificar fechas específicas o aproximadas.  

Cuando se datan las fuentes con las que trabaja el historiador, lo que se hace es darle un orden en el tiempo, ponerle fecha. Cómo el historiador trabaja con fuentes de diferente antigüedad, los métodos para poner fecha a las fuentes varían de acuerdo al material analizado. Las fuentes históricas convencionales sólo comienzan con el nacimiento del documento escrito. Por esta razón, es bastante común la distinción que se hace entre prehistoria –el período anterior a la escritura- e historia en el sentido estricto, que supone el estudio del pasado a través de la evidencia escrita. 

Un sistema cronológico extensamente aceptado es el que se basa en “antes y después de Cristo”. Este sistema no se inventó hasta el siglo VI y no se aceptó de manera general en Europa hasta el siglo XI.  Nuestro sistema de contar los años en a. C y d. C lo debemos al monje Dionisio el Exiguo. Este monje, propuso tomar como punto de partida para el cómputo del tiempo el nacimiento de Cristo. Esta idea se extendió y se generalizó por el resto del mundo. 

 Con este criterio, el primer año transcurrido después del nacimiento de Cristo es considerado el primero de la era cristiana: año 1 d.C. o simplemente año 1. Los años anteriores a esa fecha se designan como años antes de Cristo o bien se los indica con cantidades negativas. Los doce meses anteriores al nacimiento de Cristo constituyen el año 1 a.C.

Otra forma de analizar el pasado de la humanidad es a través de las diferentes edades. En 1836, el estudioso danés C.J. Thomsen (1788-1865) publicó una guía en la que proponía que las colecciones de materiales arqueológicos y restos fósiles se dividieran entre las procedentes de la Edad de Piedra, la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, y esta clasificación fue considerada de utilidad por eruditos de toda Europa. Más tarde, se estableció una subdivisión de la primera entre Paleolítico o Antigua Edad de Piedra y Neolítico o Nueva Edad de Piedra. Estableció el principio de que, estudiando y clasificando los artefactos prehistóricos, se podía llevar a cabo una ordenación. cronológica, y se podría decir algo de los períodos en cuestión.

 

Los tiempos históricos, podemos dividirlos en edades a partir de hechos muy importantes que trajeron aparejados grandes cambios. La primera es la Edad Antigua y transcurre entre la aparición de la escritura hasta la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C. Este hecho da inicio a la Edad Media, que se prolonga, para algunos historiadores, hasta la caída del Imperio Romano de Oriente (Bizancio) en manos de los turcos en 1453 o, para otros, en 1492, con la llegada de los europeos a América. Aquí comienza la Edad Moderna, que concluye con la Revolución Francesa de 1789. Con la Revolución, se inicia la Edad Contemporánea, que es la que todavía estamos viviendo. 

 La forma más difundida para ver estas periodizaciones cronológicas es a través de las líneas de tiempo. Esta clase de gráficos, nos permite identificar visualmente el orden de los eventos o procesos históricos que queremos analizar. Para construir líneas de tiempo debemos establecer previamente una escala, es decir una relación proporcional entre las medidas del dibujo y el tiempo representado en él. Es posible que, cuando estudiemos un tema, podamos identificar una sucesión de eventos o procesos o también, podamos reconocer que algunos de ellos se produjeron de manera simultánea, es decir, que se desarrollaban en el mismo período. 

Debemos recordar que cada visión del pasado es producto de su propio tiempo: las ideas y las teorías evolucionan constantemente, al igual que los métodos. Es por ello que no existe un modo aceptado y unánime de partida para comprender el pasado humano. 

 

 

El estudio de los restos materiales. La Arqueología  

Para reconstruir el pasado de los hombres que todavía no habían inventado la escritura, sólo es posible apoyarse en técnicas especiales de investigación. Estas técnicas permiten extraer información de los restos materiales dejados por esos hombres, como por ejemplo sus huesos, los instrumentos que fabricaron con piedras o los restos de los alimentos que consumieron.  

La arqueología es la disciplina que estudia estos restos materiales. El desafío que la arqueología plantea consiste en la transcripción de manera literal, de la información estática contenida en los restos materiales observables para reconstruir la dinámica de la vida en el pasado y estudiar las condiciones que han hecho posible que estos materiales hayan sobrevivido y llegado hasta nosotros. El registro arqueológico se compone de restos materiales y distribuciones de materia, y forma una parte importante de nuestro mundo contemporáneo y las observaciones que hacemos sobre él están aquí y ahora, son muestras contemporáneas. Los hechos observados del registro arqueológico son actuales y por sí mismos no nos informan acerca del pasado.   

Los arqueólogos estudian las sociedades del pasado, principalmente a través de sus restos materiales –las construcciones, útiles, artefactos- que constituyen lo que se conoce como cultura material dejada por aquellas.  En su sentido más amplio, la arqueología forma parte de la historia – entendida como la crónica completa de la humanidad desde sus comienzos hace unos 3 millones de años-.